Después de experimentar algunas turbulencias médicas y emocionales en este comienzo de año, me encuentro en uno de esos meses en donde solo puedes y debes esperar, que construirá Dios y la vida para ti. Un tiempo de cambios bruscos o de absoluta tranquila son solo dos alternativas que me puedo imaginar de la incontable gama de situaciones y acontecimientos inesperados que pueden acompañar a los siguientes meses de este acelerado año.
Año de una tranquilidad angustiante, que solo me deja ver pocos centímetros del sendero que se divisa en mi vida, sendero lleno de rocas, maleza y ramas que invitan a una desesperación por saber que contienen, senderos que también pueden significar una conspiración en contra de mi tranquilidad y equilibrio... Ya he caído en esas trampas varias veces y por ahora, no me someteré a esas trampas que solo incitan a una búsqueda innecesaria y torpe en un tiempo equivocado.
En estos meses he aprendido algo muy importante que se aplica a cabalidad a esta situación que experimento en este momento y es que: Cuando ni Dios y ni la vida te muestran tus posibilidades, es porque esperan que algo imprevisto suceda, es como una señal de que te calmes, te relajes y que no pienses en lo que viene más adelante, en otras palabras, es como una señalización que te dice “No pienses al menos en este instante en lo que vendrá adelante porque caerás en desesperación por saber que Dios y la vida están construyendo para ti”.
Aprendizajes como ese y otros más, te hacen recordar en las cosas que solías disfrutar, como estar en la PC todo el día como lo hacías antes, hablar con una persona desconocida por tres horas o jugar en la PC desde la mañana hasta la tarde, etc.…En fin cosas que con la angustia y estrés de la vida empezamos descartarlas, enrumbándonos a un mundo donde eres 10 o 20 años mayor, y las cosas toman un tono más serio de lo saludable para tu edad, chistes y discusiones tontas características de tu edad comienzan a tornarse estúpidas e inmaduras, haciendo que de a poco vallas perdiendo la felicidad y alegría por estar vivo y poder disfrutar con tus más queridos.
Solo esas son unas escasas situaciones de las tantas que se nos pueden presentar en nuestra vida, y que solo son el resultado de no hacerle caso al aviso que tu propia vida te da. Por eso cuando las cosas van lentas y pausadas hay que llenarse de paciencia y alegría para afrontar esos días, meses o años de poco avance y mejoría que se nos atraviesan incontable cantidad de veces en la vida.
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