Todavía recuerdo cuán lento pasaba el tiempo cuando era niña y estaba en la playa, y tenía que esperar una hora después de terminar de comer mis emparedados antes de que me permitieran volver al agua.
La razón, me decían siempre, era que nadar con la barriga llena era peligroso pues a uno le podía dar un calambre o una punzada de dolor que le impidiera nadar, así que se podía ahogar.
¿Será cierto?
Las causas de los calambres todavía no se entienden bien.
No hay evidencia de que hacer ejercicio después de comer dé calambre pero lo que sí sabemos es que el ejercicio vigoroso dirige el flujo de sangre del aparato digestivo hacia la piel y los músculos de los brazos y las piernas.
(http://www.ncbi.nlm.nih.gov/pmc/articles/PMC1760153/pdf/v048p00435.pdf)
Así que si la comida todavía no ha sido completamente digerida, puede producir nauseas.
Es la misma razón por la que el miedo extremo da ganas de trasbocar. La respuesta de lucha o huida hace que se abandonen procesos menos urgentes como la digestión, desviando el flujo de sangre a los músculos para que uno se pueda defender físicamente o correr más rápido que nunca.
Los estudios sobre los calambres se han hecho con atletas en carreras de larga distancia o que estaban participando en triatlones, actividades que exigen mucho más vigor y resistencia que el tipo de chapoteo en el agua al que se dedican los niños en las vacaciones.
Los nadadores profesionales se aseguran de no competir con el estómago lleno, pero también de que han comido lo suficiente para tener la energía necesaria para desempeñarse óptimamente.
Cuando los nadadores de larga distancia o de aguas abiertas tienen que ir muy lejos, incluso comen durante la carrera. Si les dan calambres, son más bien resultado del esfuerzo excesivo; no parece estar relacionado con los alimentos.
Esas punzadas
Los nadadores élite son más proclives a sentir DAT, aún más si habían comido mucho.
¿Y esas punzadas que dan en los lados del cuerpo? En español se les conoce de varias maneras, como "flatos de corredor", o "dolor de caballo o de yegua" o "dolor de vaso". Aunque se sienten a veces igual que un calambre, los investigadores diferencian entre los dos.
Tienen un nombre médico: "dolor abdominal transitorio vinculado al ejercicio" (DAT), pero aún no se entiende completamente bien de qué se tratan.
En Australia, el científico de deporte Darren Morton ha dedicado su carrera a investigar el tema.
Descubrió que los nadadores élite son más proclives a sufrirlo que los corredores
(http://www.ncbi.nlm.nih.gov/pubmed/10694128).
La gente que ha ingerido una comida grande una o dos horas antes de la carrera eran más propensos a tenerlos, así hayan esperado la hora requerida antes del ejercicio
(http://www.ncbi.nlm.nih.gov/pubmed/16075775).
La buena noticia es que entre más viejo sea uno, menos le dan.
El estómago hinchado
Sin embargo, hay una teoría que podría explicar los DAT vinculados al ejercicio.
Morton notó que muchos atletas de larga distancia sentían el dolor durante la carrera poco después de pasar por la estación de bebidas para rehidratarse.
Decidió hacer un experimento, en el cual la gente tenía que tomar más fluidos que lo usual justo antes de hacer ejercicio.
Los que más se sintieron hinchados o sentían las punzadas eran los que tomaron jugo de frutas reconstituido.
Morton especula que el jugo hace que el estómago se hinche y eso pone presión en el peritoneo parietal, la capa exterior de la pared abdominal.
Es un área particularmente sensible, lo que puede explicar el dolor.
Si un estómago hinchado puede irritar el área y causar un DAT entonces, en principio, la comida podría hacer lo mismo.
(http://www.ncbi.nlm.nih.gov/pubmed/15118193)
Volvamos al agua
Si a uno le da un DAT o un calambre, ¿hay alguna evidencia de que se ahogaría?
Algunos mitos sirven para otras cosas, como lograr que los niños hagan caso.
Si un niño está en aguas pandas, se puede parar. Además es posible flotar en la espalda si uno tiene un DAT.
Un niño sólo estaría en peligro si estuviera en aguas profundas, lejos de algo de lo que se pueda agarrar, sin saber nadar lo suficientemente bien para poder flotar: una situación en la cual meterse al agua no es conveniente, habiendo comido hace una hora o no.
Las estadísticas muestran que efectivamente muchos niños se ahogan en todo el mundo cada año. En China es la causa principal de muerte accidental entre los niños
(http://www.who.int/mediacentre/factsheets/fs347/en/index.html).
Sin embargo, comer no figura como un factor que contribuye.
En su lista de los principales riesgos, el Centro para el control de la enfermedad de Estados Unidos, por ejemplo, incluye la inhabilidad de nadar, la falta de verjas alrededor de las piscinas, la falta de supervisión. Entre los adultos, otra causa principal es el ingerir alcohol antes de nadar
(http://www.cdc.gov/homeandrecreationalsafety/water-safety/waterinjuries-factsheet.html)
A pesar de ello, hay otras buenas razones para no fomentar nadar justo después del almuerzo: para evitar sentirse mal y evitar el sol cuando está en su punto más caliente, por ejemplo.
Así que decirle a los chicos que se pueden ahogar porque acaban de comer puede ser una manera de lograr que le hagan caso.
Pero según la evidencia, no parece estar respaldado por la ciencia.
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