Hablar de esta novela es hablar sin dudas de una de las mejores novelas de aventuras y entretenimiento de todos los tiempos, que te fusiona todos los sentidos hasta el punto de llevarte por un carrusel de emociones donde estas expuesto a llorar, berrear como loco o saltar de la alegría durante toda esta trama que tiene como personaje central a Edmond Dantés.
La vida de Edmond está llena de contradicciones propias de la condición humana, y la novela narra los desmanes sufridos por este joven desde la edad de 19 años, por la codicia de dos hombres. Uno impulsado por el amor a una joven llama Mercedes, novia y prometida de Dantés, y otro por sus deseos de hacerse con el puesto que Dantés había logrado alcanzar gracias a la lamentable muerte del capitán del Faraón, embarcación en la que Edmond era segundo al mando.
Estos dos hombres pusieron en marcha un complot contra Edmond acusándolo de agente bonapartista, y pese a que el maquiavélico plan fue bien planificado, este no hubiera sido exitoso sin una pizca de suerte, porque Villefort que en primera instancia era el suplente del procurador del rey, actuó de la manera más vil mandando a Dantés al Castillo de If siendo este completamente inocente. Esta injusticia se debe a que la única prueba con la que Fermando y Danglars incriminaron a Dantés era una carta donde el padre de Villeport se veía involucrado en planes para derrocar al rey.
Esta incriminación y posterior injusto “juicio exprés” encarcela a Dantés por unos largos años. En el Castillo de If conoce a Abate Faria, su maestro y segundo padre. Esos catorce años en la cárcel son los más bonitos y a la vez más crueles para Edmond, porque en los primeros meses y años piensa en varias ocasiones suicidarse, luego al conocer al Abate aclara sus ideas e identifica a sus enemigos y junto a este amable hombre aprende cosas que probablemente nunca hubiera aprendido, el abate le enseño todo lo que un hombre de élite podría saber en esa época. Lo llamativo es que todo eso lo aprende en un lugar donde muchos pierden la razón o simplemente se vuelven más insensatos que lo que eran cuando ingresaron. A pesar de las enormes dificultades y limitaciones, en todo el tiempo que Edmond estuvo junto al Abate sintió un amor paternal que lo ayudo a sobrellevar la vida en ese penoso lugar.
Al salir de la cárcel gracias una vez más a la desgracia del Abate, logra encontrar el gigantesco tesoro que su viejo amigo fallecido soñó alcanzar algún día. Pasan diez años, Edmond se convierte en el Conde De Montecristo, se enrumba a París lugar donde todos sus enemigos: Danglars, Fernando y Villefort han conseguido alcanzar una vida llena de lujos y éxito gracias a la desgracia de Edmond, y metódicamente inicia su planificado plan para acabar con ellos y conseguir su propia venganza que por momentos presume como misión divina.
La venganza del Conde, es una venganza bien armada, planificada como jugadas magistrales de ajedrez, y El Conde de Montecristo, gracias a inimaginable riqueza logra comprar a todo y todos en su paso para que de una manera frívola y cautelosa, movimiento a movimiento pone de rodillas a sus enemigos que pese a su pasada injusticia contra Dantés siguen reincidiendo en conductas maquiavélicas.
El primero en caer producto de esta venganza es Caderousse, que a pesar de no ser un enemigo de Dantés intenta asesinarlo de forma fallida y luego de esa escena es asesinado por Benedetto (Andrea Calvacanti). Este antiguo vecino del Conde de Montecristo, Caderousse, es el primero en conocer la verdadera identidad del Conde de Montecristo, y en su último suspiro intenta disculparse por todo el mal que hizo en la vida.
Luego de la muerte de Caderousse el primero de sus principales enemigos en caer fue Fernando Mondego (Conde de Morcef), esposo de Mercedes (la antigua novia de Dantés), debido a una desleal conducta en el ejército, fue expuesto al escarnio público y dejado por su esposa Mercedes y su hijo Albert de Morcef. Situación que causa su suicidio. Alejandro Dumas maneja a este personaje de una manera bastante contradictoria, porque al inicio traiciona su palabra llevando a cabo la movida desleal con la que Dantés fue encarcelado y al final de la trama se suicida por quedar deshonrado.
Posterior a este acontecimiento que conmociona a toda la capital del mundo moderno, París, el siguiente en la lista es Villefort. El cual a pesar de haber enterrado vivo a su hijo Benedetto (Andrea Calvacanti) y luego conocer que seguía vivo durante un juicio, este en sus últimos momentos de lucidez trata de regresar a su casa para evitar que el remordimiento y miedo de su esposa acabe con su vida, al llegar a sus aposentos se encuentra con la horrible imagen de su pequeño hijo muerto junto a su madre. En ese instante trata de huir y el Conde le devela su verdadera identidad y Villefort se impacta tanto que queda discapacitado mentalmente de por vida.
Y el último en ser alcanzado por la justicia divina personificada por Edmond Dantes es el banquero Danglars que es secuestrado de manera intencional por un amigo del Conde de Montecristo llamado Luigi Vampa. El banquero estuvo 12 días en cautiverio y durante todo ese tiempo se le fue sustraído de su patrimonio cinco millones, monto que el barón Danglars intentó robarle a un depositario de su banco, y en consecuencia de toda esa situación el banquero quedo arruinado.
En la postrimería de la novela el Conde visita a su antiguo amor Mercedes, sumida en la pobreza y tristeza porque su hijo se fue al servicio militar, y se despiden de la manera más épica que se puede imaginar.
Sin dudas es una de las mejores obras del también escritor de los tres mosqueteros, me parece que todo fue perfecto y más aun sabiendo que Alejandro Dumas desafió al cliché de los finales felices para proponer uno donde el personaje principal se vengo de una manera inteligente y adecuada, porque si analizamos los tres principales enemigos del Conde murieron a causa de situaciones ajenas al propio hecho que envolvió a Edmond y sus enemigos, si no por acciones individuales de cada uno. En las últimas líneas de esta obra se destacan las palabras “La sabiduría humana está contenida en estas dos palabras: ¡Confiar y esperar!” y la escena donde el conde surca el mar mediterráneo junto a su mujer Haydée, y el hijo del dueño del Faraón, llamado Maximilien Morrel junto a la hija de Villefort.
Aquí pueden encontrar una muy profesional opinión sobre la obra