Es cierto que el pasado 7 de octubre ganó la democracia, ganó una forma de hacer política y aún más cierto es que ganamos todos. Para puntualizar ese “todos” diría que especialmente ganó la sangre nueva que con patriotismo y profundo amor patrio acudió a las urnas electorales para fortalecer por vez primera la democracia participativa y protagónica que goza Venezuela, mediante el voto y el civismo. Justamente esto se evidenció con la alta concurrencia de electores jóvenes que pacientemente hicieron su cola en los diferentes centros de votación.
Fue digno de admirar como la juventud contribuyó a que Venezuela redujera su índice de abstención a 19,33%, cayendo a niveles históricos. Fue todo un deleite democrático para todos los que disfrutamos y vivimos con profunda pasión los procesos electorales, que tuvo alrededor de las 10 de la noche como guinda de pastel la temprana y responsable presentación de los resultados presidenciales, que dieron a Chávez claro ganador con poco más 10% a favor.
El pueblo forjó la victoria perfecta para el candidato Chávez, los jóvenes trabajaron horas extras para darle la victoria al honorable vencedor. No reconocer el papel fundamental que jugaron los actores más jóvenes es negar la realidad política actual. No reconocer a los más de 6 millones de venezolanos que votaron por Capriles Radonski es peor que lo anterior, sencillamente es irrespetar a un elemento indispensable para un democracia verdadera, porque como dijo Reinaldo Dos Santos en uno de sus destellos insospechados de genialidad “sin oposición no hay progreso, porque simplemente el perfeccionamiento no tiene cabida”. Oposición que en su totalidad no es Caprilista-Antichavista, en gran porcentaje son desencantados del proyecto Socialista que atraviesa nuestro país. Son venezolanos que claman por menos confrontación, división y por menos violencia, simplemente al igual que los rojitos piensan que un país donde “una parte importante de la población jala para un lado y otra de mayor dimensión jala hacia otro sentido” el progreso es muy esquivo para el país. No se trata de quien jale más duro, se trata de convertirnos en un país donde todos o al menos casi todos tiremos de una cuerda tejida con hilos de progreso y hermandad.
Ese enorme trabajo que tenemos por delante, debe ser dirigido por nuestro recién ratificado presidente de la República y secundado por los partidos políticos, gobernadores, alcaldes y diputados. Esta nueva unión nacional nos permitirá atacar con pluralidad de herramientas los problemas tan crecientes y graves como la delincuencia, corrupción, ineficiencia y falta de prosecución y seguimiento a los planes y misiones que el gobierno ha creado para resolver las diferentes problemáticas criollas.
Tenemos 6 años por delante para lograr la reconciliación. Pongamos manos a la obra y construyamos un futuro como lo soñamos todos, caminemos por el sendero de la paz y convivencia de la mano de los políticos emergentes. Con fe y convicción, venezolanos todos: ¡Hay un camino hacia la unión! ¡Hay un corazón de mi patria en cada uno de nosotros!.
Fue digno de admirar como la juventud contribuyó a que Venezuela redujera su índice de abstención a 19,33%, cayendo a niveles históricos. Fue todo un deleite democrático para todos los que disfrutamos y vivimos con profunda pasión los procesos electorales, que tuvo alrededor de las 10 de la noche como guinda de pastel la temprana y responsable presentación de los resultados presidenciales, que dieron a Chávez claro ganador con poco más 10% a favor.
El pueblo forjó la victoria perfecta para el candidato Chávez, los jóvenes trabajaron horas extras para darle la victoria al honorable vencedor. No reconocer el papel fundamental que jugaron los actores más jóvenes es negar la realidad política actual. No reconocer a los más de 6 millones de venezolanos que votaron por Capriles Radonski es peor que lo anterior, sencillamente es irrespetar a un elemento indispensable para un democracia verdadera, porque como dijo Reinaldo Dos Santos en uno de sus destellos insospechados de genialidad “sin oposición no hay progreso, porque simplemente el perfeccionamiento no tiene cabida”. Oposición que en su totalidad no es Caprilista-Antichavista, en gran porcentaje son desencantados del proyecto Socialista que atraviesa nuestro país. Son venezolanos que claman por menos confrontación, división y por menos violencia, simplemente al igual que los rojitos piensan que un país donde “una parte importante de la población jala para un lado y otra de mayor dimensión jala hacia otro sentido” el progreso es muy esquivo para el país. No se trata de quien jale más duro, se trata de convertirnos en un país donde todos o al menos casi todos tiremos de una cuerda tejida con hilos de progreso y hermandad.
Ese enorme trabajo que tenemos por delante, debe ser dirigido por nuestro recién ratificado presidente de la República y secundado por los partidos políticos, gobernadores, alcaldes y diputados. Esta nueva unión nacional nos permitirá atacar con pluralidad de herramientas los problemas tan crecientes y graves como la delincuencia, corrupción, ineficiencia y falta de prosecución y seguimiento a los planes y misiones que el gobierno ha creado para resolver las diferentes problemáticas criollas.
Tenemos 6 años por delante para lograr la reconciliación. Pongamos manos a la obra y construyamos un futuro como lo soñamos todos, caminemos por el sendero de la paz y convivencia de la mano de los políticos emergentes. Con fe y convicción, venezolanos todos: ¡Hay un camino hacia la unión! ¡Hay un corazón de mi patria en cada uno de nosotros!.
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