Vivimos en un mundo donde es más fácil hacer el mal que el bien, más fácil buscar desesperadamente nuevos dioses, que estar en armonía con el Dios verdadero y donde los avances tecnológicos nos ofrecen nuevas formas de fomentar el individualismo. Ya jugar al escondite, tocaito o el policía y el ladrón, es algo que poco se ve en las generaciones de la actualidad, prefieren juegos de guerra y violencia, que divertirse con juegos de contacto al aire libre.
Los niños de hoy, no se parecen en nada a los de hace 40 o 60 años atrás, y esto se debe principalmente a que la tecnología ha penetrado tanto la medula de nuestra sociedad, que la interacción entre miembros de un mismo núcleo familiar o amistades cercanas, ha sido dejadas en manos de las redes sociales, que hábilmente han cobrado mayor importancia en la sociedad. Relegando a la televisión, el periódico y la radio en un segundo plano.
Y toda esta tecnología que supuestamente nos mejora la calidad de vida, históricamente ha creado graves problemas que la misma tecnología ha tenido que solucionar. En numerosas estadísticas se evidencia el aumento de las enfermedades cardiacas producto del sedentarismo que nuestra sociedad ha adoptado como modo de vida, aumento en las agresiones entre familiares, y de igual forma aumento en el número de adultos mayores en los ancianatos, debido a la falta de valores familiares, impulsado por la tecnología a través del aislamiento y poco contacto familiar.
Esta última estadística aparte de ser alarmante, es algo lamentable. Nuestros viejos, los seres que nos trajeron al mundo y que siempre estuvieron allí para nosotros, pueden parar en manos de nosotros mismos en un lugar donde sus años de vida son reducidos. Es una condena para nuestros adultos mayores estar en esos lugares donde la depresión y la infelicidad son el pan de cada día.
Una o dos visitas al mes no son suficientes para de algún modo retribuir lo que ellos hicieron por nosotros, cuando andábamos en pañales corriendo y rompiendo todo a nuestro pasó. Ellos se merecen ser tratados como unos reyes, con el mismo afecto que ellos lo hicieron hace tantos años.
Los niños de hoy, no se parecen en nada a los de hace 40 o 60 años atrás, y esto se debe principalmente a que la tecnología ha penetrado tanto la medula de nuestra sociedad, que la interacción entre miembros de un mismo núcleo familiar o amistades cercanas, ha sido dejadas en manos de las redes sociales, que hábilmente han cobrado mayor importancia en la sociedad. Relegando a la televisión, el periódico y la radio en un segundo plano.
Y toda esta tecnología que supuestamente nos mejora la calidad de vida, históricamente ha creado graves problemas que la misma tecnología ha tenido que solucionar. En numerosas estadísticas se evidencia el aumento de las enfermedades cardiacas producto del sedentarismo que nuestra sociedad ha adoptado como modo de vida, aumento en las agresiones entre familiares, y de igual forma aumento en el número de adultos mayores en los ancianatos, debido a la falta de valores familiares, impulsado por la tecnología a través del aislamiento y poco contacto familiar.
Esta última estadística aparte de ser alarmante, es algo lamentable. Nuestros viejos, los seres que nos trajeron al mundo y que siempre estuvieron allí para nosotros, pueden parar en manos de nosotros mismos en un lugar donde sus años de vida son reducidos. Es una condena para nuestros adultos mayores estar en esos lugares donde la depresión y la infelicidad son el pan de cada día.
Una o dos visitas al mes no son suficientes para de algún modo retribuir lo que ellos hicieron por nosotros, cuando andábamos en pañales corriendo y rompiendo todo a nuestro pasó. Ellos se merecen ser tratados como unos reyes, con el mismo afecto que ellos lo hicieron hace tantos años.
En lugar de ser una carga o una obligación, ese gesto tan bello y sincero debería ser todo un honor. Mirarlos a los ojos en sus últimos años y decirles: eres lo mejor que me ha pasado en la vida, no te cambiaria por nada, y por eso siempre estaré contigo queriéndote y amándote hasta tus últimos días, es algo que deberíamos hacer no solo en la vejez de nuestros padres, sino cada día que nos despiertan para ir al colegio o universidad, o cuando simplemente los vamos a visitar con nuestros hijos y pareja.
Los invito a todos a que le den un amor sincero a sus padres, sean testigos como su vida cambiará, porque el que trata bien a sus padres le va bien en la vida, se encuentra una buena pareja, sus hijos lo honrarán con el amor y cariño que ustedes lo hacen con sus padres y sobre todo el que ama con el alma a sus padres se garantiza tener una segunda niñez de calidad y llena de amor junto a nuestros seres queridos hasta que caminemos el sendero final que Dios nos tiene.
0 comentarios :
Publicar un comentario
Muchas gracias por dejar tus comentarios en nuestro blog. Cada recomendación o critica sera tomado muy en cuenta con el fin de mejorar cada día más. Que tenga buen dia.