Si un gobernante no rectifica
su propia conducta,
¿Cómo puede rectificar la de otros?
-Confucio-
Autocrítica no es simplemente una palabra compuesta,
tampoco es una más en el diccionario, es tan poderosa que para traspasar del
mundo de la letras al nuestro, es necesario que otros elementos trabajen como
un sistema para permitir su cabida entre nosotros.
Siempre está nadando en nuestra
conciencia esperando el momento indicado para salir a hacer lo que mejor hace,
construir o reparar caminos. En ocasiones solo construye o repara precarios
caminos de tierra o simplemente se remite a crear pequeños caminos que ayudan a
descongestionar la avenida que sostiene todo lo que nos diferencia de los demás
organismos que conviven en nuestro planeta.
Esa avenida tan transitada, muchas
veces suelta un silencioso pero violento ¡necesito ayuda! porque necesita reparaciones
que debemos efectuar si queremos seguirla montando.
Esta analogía sirve perfectamente
para explicar el funcionamiento de la autocrítica. Se trata de una
“reparación”, para llamarla de manera menos compleja, que debe hacerse si
queremos obtener un objetivo.
En estos momentos cuando el
acontecer político venezolano nos coloca en el ambiente la palabra autocrítica,
no debemos soplarla y alejarla de nosotros, usémosla en nuestro quehacer
cotidiano. Revísese, examínese y vea que esta haciendo mal, repregúntese si
¿esta desviado de lo que sueña? ¿esta en el camino correcto?. Mientras se lo
pregunta tome un poquito de su tiempo para echar mano en lo político y formar parte
de la profunda autocrítica que esta arropando a nuestro país y que promete
cobijar tanto a los de un lado como a los del otro, con el fin de fortalecer a
este país tan diverso y hermoso.
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