Algunos rojos han declarado que el 7 de octubre se jugaba la vida de la
revolución y este 16 de diciembre se juega su gobernabilidad, y podemos tener
opiniones divididas con respecto a ello, pero lo completamente cierto es que
sin 7-O no habría 16-D para la revolución. Estas próximas elecciones regionales
no tuvieran sentido, no tendrían sazón ni condimento, porque una revolución
política sin presidencia u otro cargo de rango nacional no pasa de ser un
sueño. Sin liderazgo nacional una revolución no puede desplegarse, se
incapacita por falta de piernas para levantarse y arrancar de raíz el viejo
modelo, y de manos para construir y pincelar lo nuevo, lo anhelado.
Simplemente sin la victoria del 7-O, los rojos fueran cadáveres
andantes, no tuvieran ese impulso que necesitan para seguir vivos, y esto no
sucede por falta de personalidad o liderazgo político, sino porque Chávez está
omnipresente en las campañas, en los campos de batalla ayudando a sus militantes,
y el pueblo siente esa presencia, siente el impulso, el pueblo sabe que casi
siempre vota por Chávez no por los candidatos, así sean para cargos de la base
de la pirámide política, sin importar el cargo el pueblo vota rojo, vota
ciegamente por Chávez, tiene una empatía distintiva que lo hace ganar elección
tras elección, y la oposición por los momentos no hace nada para contrarrestar
ese elemento cautivador.
El simbolismo que representa Chávez contagia a nuestro país con el
síndrome del espejo, que se da muy seguido, lo que pase en las presidenciales
marca la pauta de lo que pasará en las regionales. Y más ahora por la evidente
apatía opositora y por la cercanía entre las elecciones, que no dan ni un breve
respiro político a la oposición para asimilar adecuadamente la derrota.
Estos dos elementos, apatía opositora y cercanía entre elecciones, están
preparando un coctel con sabor, olor y color rojito. No es total merito
chavista, ciertos fiascos opositores han sumado participación, pequeña pero
existente, para una futura dolorosa derrota para el 16-D. Entre los fiascos a
la carta más notables están el de asegurarle a los opositores que era inminente
su victoria para las presidenciales, que el gobierno estaba en las ultimas, y
aún sigue vivito y coleando como dicen, otro fiasco en el que muchos
coincidirán conmigo es la mediocre capacidad de consolidar una militancia, y
hasta los momentos la oposición sigue carente de militancia, todos andan en
asechos carnívoros, eso es algo repetitivo, ya es como una trama que se repite
elección tras elección y que sigue teniendo el mismo final desastroso. La
oposición sigue abusando de los desencantados de la revolución, y no han
fichado un prospecto que le dé la talla a Chávez. Uno que no sea inconsistente,
que no se diluya. Como pequeña prueba de la fragilidad e inconsistencia de los
candidatos opositores de este decenio y algo más, está el Rosal que se fue de
nuestro país después de las elecciones de 2006, no por gusto sino porque el
florero que lo sostenía se cayó y dejó ver las malas raíces del Rosal. Este es
un pequeñísimo, como el personaje, ejemplo de la desgraciada y triste
fragilidad opositora que ficha prospectos solo para hacerle oposición a Chávez
no para competir verdaderamente con él. Son candidatos que se van como llegan,
sin nada en las manos.
Si la oposición quiere posicionar a uno de sus eternos candidatos en la
presidencia, tendrán que confrontar a Chávez directamente y ofrecerle al país
una verdadera alternativa, para no seguir obteniendo resultados flacos como su
candidato. Es cuestión de alimentar la democracia, no alimentar el bolsillo de
los oportunistas electoreros que en definitiva no quieren al país y no están
interesados en una oposición saludable que ofrezca dignos debates para
fortalecer nuestro país, y así avanzar con paso firme hacia el futuro y
progreso que todos queremos para Venezuela.
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