“En los atentados contra
el
pueblo hay dos culpables:
el
que se atreve y los que lo permiten”.
-Raúl
Alfonsín-
Los
venezolanos que formamos parte del territorio político de este país debemos
asumir como ingrediente indispensable para una real democracia el reconocer las
derrotas. Todas son dolorosas pero sin ellas no existe la democracia que
alimenta a los pueblos no raquíticos.
Nuestra
historia se ha encargado de golpearnos cuando hemos sido un pueblo raquítico en
democracia, la culpa no es solo de los come democracia que nos gobernaron,
también es de nosotros por vestirnos con el traje de ovejita y dejarnos tratar
como animales para el sacrificio. En esos tiempos que convivíamos como ovejas
al servicio de nuestro patrono, las
acertadas palabras de Antonio Blanco se propagaban como mito criollo. Pero
valientes los que a lo largo de nuestra historia se han alzado, los que como archivos abiertos por la
eternidad nunca olvidaron los actos y las agresiones de los golpeadores, nunca
olvidaron el propósito de su lucha.
Ese
gen venezolano que nos impide olvidar el pasado sobrevive hoy más que nunca en
las células con sello venezolano, nosotros no olvidamos las diferentes posturas
de los que pretenden gobernarnos por el periodo 2013-2019.
Iremos
dentro de 8 días a las urnas electorales para elegir al más integral, al que
como nos enseñaban desde pequeños, piensa, dice y hace lo mismo, no queremos un
“presisebra”, un presidente que no se decante firmemente por un ideal de
gobierno. Queremos un presidente o presidenta auténtico que se comprometa con
nosotros con planes reales y tangibles que no sean otras utopías más en la
extensa colección de nuestro país.
El
elegido o elegida solo recibirá palabras de bienvenida el 8 de octubre, el
victorioso del 7-O merece respeto de todos, representa la mayoría, es la
encarnación de la elección que nosotros mismo impulsamos. No vamos a soportar a
un Carmona en el poder, queremos un presidente elegido por nuestro tricolor
corazón patriótico, no por una cúpula que representa intereses. Por nuestra
historia, por nosotros y por nuestros hijos, el 8 de octubre debemos garantizar
la paz en nuestra hermosa patria, no podemos apoyar al derrotado lleno de
cólera dispuesto a arremeter contra lo más puro de la democracia, hacerlo sería
una burla para nuestra patria. Aceptemos los resultados y colmemos el 8 de
octubre las calles de amor y comprensión por el contrario, dejemos para las
futuras generaciones un ejemplo a seguir, que al final de nuestra vida es lo
único que dejamos.
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